Cofradía de Nuestro Padre Jesús - Jerez de los Caballeros

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jueves, 30 de octubre de 2008

RUTH M. ANDERSON EN JEREZ DE LOS CABALLEROS

Ruth M. Anderson En Jerez de los Caballeros
 (Originalmente Publicado en la Revista de Semana Santa 2005)
Antonio M. Rivera Carrasco
Hace algo más de dos años llegó a mi conocimiento la existencia de una fotografía antigua de nuestra Semana Santa, en concreto una fotografía de la Virgen de la Encarnación a su paso por el Arco de Burgos fechada en los años 20. Como cronista de la cofradía de Jesús intenté conseguirla por todos los medios ya que lo más antiguo que había visto alguna vez no se remontaba más allá de 1940. Parece ser que esta fotografía estuvo localizable en Internet por un tiempo con motivo de una exposición de la Hispanic Society of America en Nueva York y el compañero de cofradía, Juan José Gil Zahínos, me facilitó una copia de la misma para que la publicasen en la revista de Semana Santa (Página 142 revista Semana Santa año 2003). Lo poco que pude averiguar por aquel entonces fue que la fotografía efectivamente pertenece a la Hispanic Society of America y que la realizó Ruth M. Anderson entre el año 1925 y 1929. Con la curiosidad que la existencia de esta fotografía despertó en nosotros y ante la posibilidad  de que no fuese una foto aislada, sino parte de un reportaje más amplio, me puse a indagar sobre la autora, (advertido por Juan José de que había intentado contactar con la Hispanic Society para poder conseguir más fotos con resultados poco satisfactorios)

Lo primero que encontré fue que esta fotógrafa  tenía unos trabajos dedicados a Galicia pero no había relación alguna con Jerez de los Caballeros y su Semana Santa… al poco descubrí la existencia de un libro de Ruth, no publicado en España, y que bajo el título de “Spanish Costume: Extremadura”, recogía un estudio sobre trajes típicos de nuestra región. Este libro fue publicado en 1951 en New York por la Hispanic Society of America y aunque no veía la relación de los trajes regionales extremeños con nuestra Semana Santa intenté localizarlo hasta que finalmente, pude consultarlo.
Más tarde animado por los resultados de las investigaciones seguí intentando buscar más información sobre el trabajo de Ruth Anderson, ya que las fotos de ese libro eran bastante prometedoras pero escasas comparadas con lo que imaginaba que era su archivo.
Por fin conocí al señor Patrick Lenaghan, conservador de fotografías y estampas de la Hispanic Society of America  con quién, desde entonces,  tengo el gusto mantener contacto. El Sr. Lenaghan me puso al día sobre la anteriormente mencionada exposición de Nueva York que bajo el titulo de “Images In Procesion. Testimonies to Spanish Faith” estuvo entre el 3 de febrero y el  29 de abril del año 2.000 en la Galería de la American Bible Society y en la que Jerez de los Caballeros y su Semana Santa tuvieron un papel destacado. Igualmente el Sr. Lenaghan me comentó la intención de traer por primera vez esas fotos a España, intención que se ha materializado en la exposición “En tierras de Extremadura” a cuya inauguración fui invitado por el propio señor Lenaghan el día 21 de octubre de 2004 en el museo MEIAC de Badajoz y que ha estado hasta el 16 de enero de 2005. El catálogo de dicha exposición es una autentica joya que a cualquier jerezano le encantaría consultar y esta vez, sí está publicado en España en una estupenda edición bilingüe llena de fotografías y datos.
Como Jerezanos solemos pensar que nuestra Semana Santa es la mejor y que no tiene nada que envidiar a cualquier otra y por supuesto creemos que es digna de las más altas distinciones (INTERES TURÍSTICO NACIONAL) pero con todo y con ello no deja de ser una grata sorpresa que traspase fronteras y que incluso llegue al otro lado del Atlántico, y no ahora, hace casi 80 años ya lo hizo, veamos cómo.
Ruth Anderson,  fotógrafa de la Hispanic Society of America llegó a España con el fin de hacer trabajos centrados en la etnografía del país. Uno de los viajes que hizo le llevaría a nuestra región. Este viaje de Ruth Anderson comenzó en Vigo y, después de cruzar Castilla-León (León, Zamora, Salamanca…), llegó a Extremadura donde visitó más de 70 localidades.
 El 28 de marzo de 1928 Ruth Matilda Anderson llegó a Jerez de los Caballeros con su cámara fotográfica para obtener imágenes de la Semana Santa y a retratar la forma de vida y costumbres del Jerez de aquellos años.
  El 7 de abril partiría para Badajoz para después pasar a Portugal y desde allí volver a Vigo.
En los días que estuvo en Jerez hizo visitas a pueblos cercanos y a algunas dehesas de la comarca y por supuesto se dedicó a tomar decenas de fotografías de nuestra Semana Santa. Esas fotografías  pasaron a formar parte de la colección de la Hispanic Society of America. Años más tarde recopilaría parte de su trabajo en Extremadura para publicar el libro citado anteriormente “Spanish Costume: Extremadura”.
Para hacernos una mejor idea de las impresiones de Anderson he creído conveniente traducir y reproducir un fragmento del  texto sobre Jerez de los Caballeros.

…”La ausencia de un traje distintivo a lo largo del año en Jerez, se  compensa en Semana Santa, cuando las estrechas y tortuosas calles presentan espectáculos,  tan gratificantes, como aquellos, mucho más famosos, de la capital andaluza. Junto al Guadalquivir el drama de la Pascua ha de ser representado en suelo llano mientras que en Jerez empinadas pendientes proporcionan un intenso clímax  cuando los pesados pasos de figuras de tamaño real logran ascenderlas, o hacen una pausa antes de aventurarse a descender, en estas pendientes el paso lento de las colas de los penitentes intensifica el aire de luto de la recapitulación inmemorial. Incluso niños pequeños toman parte, con magnífico aplomo y solemnidad, llevando bien recto el capirote y arrastrando la larga cola. La presencia de los dignatarios de la ciudad en la procesión pone fin, del mismo modo que  las inaugura, a las ceremonias de la semana. Los maceros que les acompañaban, caras cervantinas perfiladas con  gorgueras de lino, estaban coronados con boinas al estilo del siglo XVI, hechas de damasco de seda rosada y adornadas con plumas blancas de  avestruz. El mismo damasco componía largas capas hasta debajo de las rodillas.”
 Spanish Costume: Extremadura”. Página 318

No deja de llamar la atención que en un libro que está dedicado principalmente a trajes regionales, de caza, de faena etc. quede reflejado, a modo de conclusión y rompiendo un poco con la tónica general, el traje de nazareno de los jerezanos o el de los maceros que iban en algunas procesiones. El texto, aunque breve nos da bastante información sobre cómo era la Semana Santa de entonces y podemos ver incluso algunos cambios que se han producido. Lo primero que llamó la atención de Anderson fue el escenario, el pueblo de Jerez que contribuye de forma inequívoca a dar ese carácter tan peculiar a su Semana Santa. Por otro lado nos habla de las colas de los nazarenos hecho que tuvo que llamar su atención y que no podemos pasar por alto (no olvidemos que Anderson ya conocía las celebraciones religiosas de lugares como Sevilla, Zamora, Valladolid o Granada). De hecho las citadas colas las llevaban cofradías que en la actualidad no lo hacen, hecho que podemos apreciar en imágenes de nazarenos de la Cofradía de Santo Domingo de Guzmán y Ntra. Sra. del Rosario. Según Anderson las cofradías que llevaban cola era las del Rosario, el Ecce Homo, el Santísimo y el Coronado y sus túnicas eran de algodón blanco con cola de 10 a 12 pies de largo; el capirote, el pechero – que en algunos casos llegaba hasta las rodillas-  y la faja iban en el mismo color según la cofradía.
Otro aspecto que destaca Anderson como rasgo distintivo es la participación de niños en las procesiones hecho que interpretó como una forma de ir dejando el testigo de la tradición en manos de los más jóvenes.
Por último acaba haciendo referencia a las autoridades locales y a los maceros que acompañaban al estandarte de la ciudad. Nos consta que Ruth Anderson cuando habla de la inauguración de las celebraciones de la Semana Santa, se refiere al Domingo de Ramos  pero quedaría por ver si al hablar sobre el cierre de las mismas se refiere al Viernes Santo (día en el que tomo las últimas fotos de nuestra Semana Santa) o al Domingo de Resurrección (no hay constancia de que hiciese fotografías este día, al menos de una procesión aunque si nos consta que retrató una imagen de Jesús Resucitado durante su estancia en Jerez de los Caballeros.

Para completar las impresiones que Anderson se llevó de aquella Semana Santa de 1928, reproducimos literalmente el apartado del apéndice A del libro “En tierras de Extremadura” (2004)  que habla de Jerez.

Semana Santa en Jerez de los Caballeros

La Semana Santa de Jerez de los Caballeros podría ser tan digna de atención como la mucho más famosa de Sevilla. No es que haya comparación entre las dos en cuanto a esplendor eclesiástico ni elegancia de los espectadores: ¿quién pretendería igualar a las jóvenes bellezas sevillanas sentadas en palcos a lo largo del recorrido procesional, luminosos sus pálidos rostros como estrellas nacientes a la luz de los cirios que avanzan, acentuado el fuego de sus ojos oscuros por los brillantes y los encajes negros? Pero en Sevilla la Pasión se escenifica sobre terreno llano, mientras que en Jerez de los Caballeros los pasos suben y bajan por calles de dramática pendiente. Además, en Jerez nadie instala tribunas de pago para los espectadores: azoteas, balcones, cornisas, chimeneas, cualquier protuberancia arquitectónica accesible se ocupa de balde. Los buenos puntos de vista se comparten por cortesía, no se alquila por dinero. En la Entrada de Jerusalén, popularmente conocida como la Burriquita, la burra que lleva Nuestro Señor se mantenía bastante firme sobre sus pies por mucho que el paso subiera y bajara, pero una palmerita que tenía detrás se estremecía reciamente, lo mismo que el leñador que trepaba a ella para coger más ramos que tender por el camino, más patente aún su buena voluntad por las dificultades de su labor. En La Última Cena los manjares servidos en la gran mesa ovalada no estaban, como en la escena escorzada de un retablo, tallados de una pieza con el mantel, que iba en posición oblicua la mayor parte del tiempo, sino que eran panes de trigo de verdad y había que anclarlos contra el tirón de la gravedad. El Descendimiento resultaba aún más patético por la peligrosa inclinación de la cruz hacia delante, bajo el peso de los devotos personajes de la escena, entregados a la tarea de descolgar el precioso cuerpo. Pero, sobre todo, una empinada cuesta acentuaba el peso de una larga cola lentamente arrastrada, que a su vez acentuaba la lentitud de una procesión doliente.
                Decían que los hombres son cada vez más remisos a salir de penitentes y van siendo sustituidos en las procesiones por muchachos, ya que no se admite a mujeres. Hasta niños pequeños participaban, cada cual arrastrando tras de sí la larga cola con soberbio aplomo y solemnidad, y llevando bien erguido el capirote a juego con el peto de terciopelo negro, azul o morado; sus madres no cabían en sí de orgullo.

En tierras de Extremadura.
Apéndice A
Pág. 267 y 268
The Hispanic Society of America
& Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo 2004


Todo esto no viene más que a reforzar la idea de que el esplendor de nuestra Semana Santa viene de muy atrás y que el pueblo de Jerez siempre ha estado muy comprometido, de una u otra forma, con ella.
Antonio Manuel Rivera Carrasco
Cronista de la Cofradía

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