Ruth M. Anderson En Jerez de los Caballeros
(Originalmente Publicado en
la Revista de Semana Santa 2005)
Antonio M. Rivera
Carrasco
Hace algo más de dos años llegó a mi conocimiento la existencia de una
fotografía antigua de nuestra Semana Santa, en concreto una fotografía de la
Virgen de la Encarnación a su paso por el Arco de Burgos fechada en los años
20. Como cronista de la cofradía de Jesús intenté conseguirla por todos los
medios ya que lo más antiguo que había visto alguna vez no se remontaba más
allá de 1940. Parece ser que esta fotografía estuvo localizable en Internet por
un tiempo con motivo de una exposición de la Hispanic Society of America en
Nueva York y el compañero de cofradía, Juan José Gil Zahínos, me facilitó una
copia de la misma para que la publicasen en la revista de Semana Santa (Página
142 revista Semana Santa año 2003). Lo poco que pude averiguar por aquel
entonces fue que la fotografía efectivamente pertenece a la Hispanic Society of
America y que la realizó Ruth M. Anderson entre el año 1925 y 1929. Con la
curiosidad que la existencia de esta fotografía despertó en nosotros y ante la
posibilidad de que no fuese una foto
aislada, sino parte de un reportaje más amplio, me puse a indagar sobre la
autora, (advertido por Juan José de que había intentado contactar con la
Hispanic Society para poder conseguir más fotos con resultados poco
satisfactorios)
Lo primero que encontré fue que esta fotógrafa tenía unos trabajos dedicados a Galicia pero
no había relación alguna con Jerez de los Caballeros y su Semana Santa… al poco
descubrí la existencia de un libro de Ruth, no publicado en España, y que bajo
el título de “Spanish Costume:
Extremadura”, recogía un estudio sobre trajes típicos de nuestra región.
Este libro fue publicado en 1951 en New York por la Hispanic Society of America
y aunque no veía la relación de los trajes regionales extremeños con nuestra Semana
Santa intenté localizarlo hasta que finalmente, pude consultarlo.
Más tarde animado
por los resultados de las investigaciones seguí intentando buscar más
información sobre el trabajo de Ruth Anderson, ya que las fotos de ese libro
eran bastante prometedoras pero escasas comparadas con lo que imaginaba que era
su archivo.
Por fin conocí al señor Patrick Lenaghan, conservador de fotografías y
estampas de la Hispanic Society of America
con quién, desde entonces, tengo
el gusto mantener contacto. El Sr. Lenaghan me puso al día sobre la anteriormente
mencionada exposición de Nueva York que bajo el titulo de “Images In Procesion. Testimonies to Spanish Faith” estuvo entre el
3 de febrero y el 29 de abril del año
2.000 en la Galería de la American Bible Society y en la que Jerez de los
Caballeros y su Semana Santa tuvieron un papel destacado. Igualmente el Sr. Lenaghan
me comentó la intención de traer por primera vez esas fotos a España, intención
que se ha materializado en la exposición “En
tierras de Extremadura” a cuya inauguración fui invitado por el propio
señor Lenaghan el día 21 de octubre de 2004 en el museo MEIAC de Badajoz y que
ha estado hasta el 16 de enero de 2005. El catálogo de dicha exposición es una
autentica joya que a cualquier jerezano le encantaría consultar y esta vez, sí
está publicado en España en una estupenda edición bilingüe llena de fotografías
y datos.
Como Jerezanos solemos pensar que nuestra Semana Santa es la mejor y que
no tiene nada que envidiar a cualquier otra y por supuesto creemos que es digna
de las más altas distinciones (INTERES TURÍSTICO NACIONAL) pero con todo y con
ello no deja de ser una grata sorpresa que traspase fronteras y que incluso
llegue al otro lado del Atlántico, y no ahora, hace casi 80 años ya lo hizo,
veamos cómo.
Ruth Anderson, fotógrafa de la
Hispanic Society of America llegó a España con el fin de hacer trabajos
centrados en la etnografía del país. Uno de los viajes que hizo le llevaría a
nuestra región. Este viaje de Ruth Anderson comenzó en Vigo y, después de
cruzar Castilla-León (León, Zamora, Salamanca…), llegó a Extremadura donde
visitó más de 70 localidades.
El 28 de marzo de 1928 Ruth
Matilda Anderson llegó a Jerez de los Caballeros con su cámara fotográfica para
obtener imágenes de la Semana Santa y a retratar la forma de vida y costumbres
del Jerez de aquellos años.
El 7 de abril partiría para Badajoz para
después pasar a Portugal y desde allí volver a Vigo.
En los días que estuvo en Jerez hizo visitas a pueblos cercanos y a
algunas dehesas de la comarca y por supuesto se dedicó a tomar decenas de
fotografías de nuestra Semana Santa. Esas fotografías pasaron a formar parte de la colección de la
Hispanic Society of America. Años más tarde recopilaría parte de su trabajo en
Extremadura para publicar el libro citado anteriormente “Spanish Costume: Extremadura”.
Para hacernos una
mejor idea de las impresiones de Anderson he creído conveniente traducir y
reproducir un fragmento del texto sobre Jerez
de los Caballeros.
…”La ausencia de un traje distintivo a lo largo del año en Jerez,
se compensa en Semana Santa, cuando las
estrechas y tortuosas calles presentan espectáculos, tan gratificantes, como aquellos, mucho más
famosos, de la capital andaluza. Junto al Guadalquivir el drama de la Pascua ha
de ser representado en suelo llano mientras que en Jerez empinadas pendientes
proporcionan un intenso clímax cuando
los pesados pasos de figuras de tamaño real logran ascenderlas, o hacen una
pausa antes de aventurarse a descender, en estas pendientes el paso lento de
las colas de los penitentes intensifica el aire de luto de la recapitulación
inmemorial. Incluso niños pequeños toman parte, con magnífico aplomo y
solemnidad, llevando bien recto el capirote y arrastrando la larga cola. La
presencia de los dignatarios de la ciudad en la procesión pone fin, del mismo
modo que las inaugura, a las ceremonias
de la semana. Los maceros que les acompañaban, caras cervantinas perfiladas con gorgueras de lino, estaban coronados con
boinas al estilo del siglo XVI, hechas de damasco de seda rosada y adornadas
con plumas blancas de avestruz. El mismo
damasco componía largas capas hasta debajo de las rodillas.”
“Spanish Costume: Extremadura”. Página 318
No deja de llamar
la atención que en un libro que está dedicado principalmente a trajes
regionales, de caza, de faena etc. quede reflejado, a modo de conclusión y
rompiendo un poco con la tónica general, el traje de nazareno de los jerezanos
o el de los maceros que iban en algunas procesiones. El texto, aunque breve nos
da bastante información sobre cómo era la Semana Santa de entonces y podemos
ver incluso algunos cambios que se han producido. Lo primero que llamó la
atención de Anderson fue el escenario, el pueblo de Jerez que contribuye de
forma inequívoca a dar ese carácter tan peculiar a su Semana Santa. Por otro
lado nos habla de las colas de los nazarenos hecho que tuvo que llamar su
atención y que no podemos pasar por alto (no olvidemos que Anderson ya conocía
las celebraciones religiosas de lugares como Sevilla, Zamora, Valladolid o
Granada). De hecho las citadas colas las llevaban cofradías que en la
actualidad no lo hacen, hecho que podemos apreciar en imágenes de nazarenos de la
Cofradía de Santo Domingo de Guzmán y Ntra. Sra. del Rosario. Según Anderson
las cofradías que llevaban cola era las del Rosario, el Ecce Homo, el Santísimo
y el Coronado y sus túnicas eran de algodón blanco con cola de 10 a 12 pies de
largo; el capirote, el pechero – que en algunos casos llegaba hasta las
rodillas- y la faja iban en el mismo
color según la cofradía.
Otro aspecto que destaca Anderson como rasgo distintivo es la
participación de niños en las procesiones hecho que interpretó como una forma
de ir dejando el testigo de la tradición en manos de los más jóvenes.
Por último acaba haciendo referencia a las autoridades locales y a los
maceros que acompañaban al estandarte de la ciudad. Nos consta que Ruth
Anderson cuando habla de la inauguración de las celebraciones de la Semana
Santa, se refiere al Domingo de Ramos
pero quedaría por ver si al hablar sobre el cierre de las mismas se
refiere al Viernes Santo (día en el que tomo las últimas fotos de nuestra
Semana Santa) o al Domingo de Resurrección (no hay constancia de que hiciese
fotografías este día, al menos de una procesión aunque si nos consta que
retrató una imagen de Jesús Resucitado durante su estancia en Jerez de los
Caballeros.
Para completar las impresiones que Anderson se llevó de aquella Semana
Santa de 1928, reproducimos literalmente el apartado del apéndice A del libro “En tierras de Extremadura” (2004) que habla de Jerez.
Semana Santa en Jerez de los Caballeros
La Semana Santa de Jerez de los Caballeros podría ser tan digna de
atención como la mucho más famosa de Sevilla. No es que haya comparación entre
las dos en cuanto a esplendor eclesiástico ni elegancia de los espectadores:
¿quién pretendería igualar a las jóvenes bellezas sevillanas sentadas en palcos
a lo largo del recorrido procesional, luminosos sus pálidos rostros como
estrellas nacientes a la luz de los cirios que avanzan, acentuado el fuego de
sus ojos oscuros por los brillantes y los encajes negros? Pero en Sevilla la
Pasión se escenifica sobre terreno llano, mientras que en Jerez de los
Caballeros los pasos suben y bajan por calles de dramática pendiente. Además,
en Jerez nadie instala tribunas de pago para los espectadores: azoteas,
balcones, cornisas, chimeneas, cualquier protuberancia arquitectónica accesible
se ocupa de balde. Los buenos puntos de vista se comparten por cortesía, no se
alquila por dinero. En la Entrada de Jerusalén, popularmente conocida como la
Burriquita, la burra que lleva Nuestro Señor se mantenía bastante firme sobre
sus pies por mucho que el paso subiera y bajara, pero una palmerita que tenía
detrás se estremecía reciamente, lo mismo que el leñador que trepaba a ella
para coger más ramos que tender por el camino, más patente aún su buena
voluntad por las dificultades de su labor. En La Última Cena los manjares
servidos en la gran mesa ovalada no estaban, como en la escena escorzada de un
retablo, tallados de una pieza con el mantel, que iba en posición oblicua la
mayor parte del tiempo, sino que eran panes de trigo de verdad y había que
anclarlos contra el tirón de la gravedad. El Descendimiento resultaba aún más
patético por la peligrosa inclinación de la cruz hacia delante, bajo el peso de
los devotos personajes de la escena, entregados a la tarea de descolgar el
precioso cuerpo. Pero, sobre todo, una empinada cuesta acentuaba el peso de una
larga cola lentamente arrastrada, que a su vez acentuaba la lentitud de una
procesión doliente.
Decían que los hombres son cada
vez más remisos a salir de penitentes y van siendo sustituidos en las
procesiones por muchachos, ya que no se admite a mujeres. Hasta niños pequeños
participaban, cada cual arrastrando tras de sí la larga cola con soberbio
aplomo y solemnidad, y llevando bien erguido el capirote a juego con el peto de
terciopelo negro, azul o morado; sus madres no cabían en sí de orgullo.
En tierras de Extremadura.
Apéndice A
Pág. 267 y 268
The Hispanic Society of America
& Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo 2004
Todo esto no viene
más que a reforzar la idea de que el esplendor de nuestra Semana Santa viene de
muy atrás y que el pueblo de Jerez siempre ha estado muy comprometido, de una u
otra forma, con ella.
Antonio Manuel Rivera Carrasco
Cronista de la Cofradía