Mientras sonaban las últimas notas de la música de la banda de Jesús, cayeron las últimas gotas de lluvia; la luz comenzaba a disipar las sombras de la noche, y con ellas, se iba la preocupación que se reflejaba en la mayoría de los rostros de los allí presentes. La Cruz de Guía se posicionó en la Puerta del Sol, a cuyo nombre el astro rey, oculto tras las nubes, comenzaba a dar sentido una vez más.
Jesús, consciente de que estaba de estreno, esperó paciente, como esperan sus portadores, a que fuese de día para poder salir; sin ocultarse en la oscuridad; sin disimular entre sombras lo que muchos esperaban ver, consciente del valor y mérito que tiene el nuevo trabajo.
Antonio Rivera Carrasco. Cronista de la Cofradía.-
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